Bergman y Bergman en Sonata de Otoño

 

“Una madre y su hija. Que terrible combinación de sentimientos, confusión y destrucción”, dice Eva (Liv Ullman), la protagonista de Höstsonaten (1978) conocida en Hispanoamérica como Sonata de Otoño, dirigida por el sueco Ingmar Bergman. Naturalmente, una relación entre madre e hija no siempre es de esta forma, pero en esta historia dicha relación es una tragedia. Ingmar Bergman deleitó a audiencias por muchos años con este tipo de historias.

La película, que se puede decir fue la última de Bergman (haría algunas más para la televisión), es similar a otras de sus obras de ese tiempo como En Passion (1969), Beröringen (1971), Viskningar Och Rop (1975) y Ansikte Mot Ansikte (1976), las cuales se alejaron de su ya conquistado estilo altamente estético en blanco y negro y tuvieron narrativas más sencillas y edición y fotografía austeras.

En Sonata de Otoño, como es típico de Bergman, el dolor invade a sus personajes diariamente. Lo curioso es que mientras estos personajes sufren dentro de un modesto hogar, afuera, el paisaje de otoño que entra por las ventanas se ve deslumbrante y lleno de armonía, un contraste notorio con la narrativa interior. Eva cuida a su hermana enferma, Elena (Lena Nyman),  y le aguanta los gritos desesperados que no paran día tras día. Otro problema que tiene Eva es el sufrimiento por su hijo que murió ahogado a los 4 años. Encima de ésto, su esposo, Viktor (Halvar Bjork), no sabe expresarse y nos dice a nosotros (le habla a la cámara) que ama a su esposa pero nunca se lo puede expresar a ella en la historia.

El problema principal, sin embargo, es la visita de su odiosa madre, Charlotte, protagonizada en un papel que se puede denominar legendario por Ingrid Bergman (Ingrid no tenía relación familiar con Ingmar y curiosamente los dos se encontraban al final de sus carreras en esta primera y única colaboración). La primera mitad de la película está llena de sonrisas falsas. Eva pretende estar feliz de ver a su madre y vice versa. Ésto dura poco y las dos estallan del coraje y la trama principal se desata en una película llena de tristezas que sin golpes ni sangre se siente más violenta que alguna de las primeras películas de Peter Jackson.

¿Por qué alguien recomendaría una película tan depresiva? En otro mundo Charlotte sería considerada como una de las peores villanas de la historia del cine junto a Darth Vader y Hannibal Lecter (en una de las escenas, cuando nadie la ve, le dice a la hija enferma “¿por qué no te mueres de una vez?”). El hecho de que Ingmar Bergman haya hecho películas tan sombrías debería de ser de interés, pues aún con sus temas negativos es hasta hoy considerado uno de los directores de cine más influyentes de la corta historia del medio.

El director estuvo nominado al Oscar doce veces, no solo por el premio de película extranjera, y ganó cuatro. Woody Allen lo considera su máxima influencia (A Midsummer Night’s Sex Comedy (1982) está basada en Sommarnattens Leende (1955), en Manhattan (1979) un personaje se refiere a Bergman como «sobrevalorado, demasiado escandinavo y pesimista» y el personaje de Allen se enfurece, en Love and Death (1975) la muerte se le aparece al héroe, en un recuerdo de su niñez, y platican, igual que en Det Sjunde Inseglet (El Séptimo Sello) (1957), su cinta mas famosa, entre otras) y Stanley Kubrick dijo que era el mejor director de su tiempo y le mandó una carta de aficionado para expresárselo.

Ahora que tenemos menos oportunidad de estar afuera por la pandemia, démonos la oportunidad de ver sus películas pues tal vez nos pueden dar más de una lección sobre como vivir en tiempos difíciles y como recapacitar nuestras relaciones con seres queridos, al igual que nos pueden enseñar como lidiar con una pérdida y a no tenerle tanta confianza a la naturaleza pues puede ser salvaje.

Ingmar Bergman pasó por varias facetas en su carrera de las que se hablará más adelante. Por ahora, observemos como en el caso de Charlotte y Eva en Sonata de Otoño, llenas de rencores personales, la vida a su alrededor sigue siendo pacífica y esto puede servirnos como una enseñanza de como a veces nos inventamos desgracias y nos encerramos en nuestros propios traumas cuando existe un mundo afuera lleno de posibilidades. Ya que hoy tenemos un acceso restringido al paisaje y eventos sociales, y se nos recomienda estar encerrados, tratemos de hacer de nuestros hogares un lugar ameno y un espacio de convivencia.