El Cine de la Pluriversidad

“Vendrá un mejor mundo, y les voy a decir por qué” canta Woody Guthrie con amor y esperanza en Bound for Glory (1976), una de las menos reconocidas películas del director-editor Hal Ashby. Artista y padre de familia, el personaje, interpretado por David Carradine, trabaja en los campos y canta para liberar el alma de su comunidad, y tal vez la suya también. En la historia, no necesariamente apegada cien por ciento a hechos reales, y situada primeramente bajo las capas de polvo del Dust Bowl, en un pueblo de Texas, viven Guthrie y compañía, sufriendo pobreza extrema a consecuencia de los estragos de la Gran Depresión americana de los treinta. El joven músico se lee siempre noble pero inconforme. Un día decide abandonar a su esposa si bien temporalmente y partir hacia el oeste, como es el sueño americano en la idea abstracta de la búsqueda de la felicidad, el bote de oro al final del arcoíris, y al llegar se da cuenta de la funesta situación que también viven los trabajadores de campo en California. Así empieza su aventura como músico protestante, en una travesía en la que pudo haberse encontrado con los Joad en cualquier momento (Guthrie era amigo de John Steinbeck).   

La atmósfera de la imagen de la historia le es siempre fiel al color arena/marrón claro que provoca el sol del suroeste estadounidense, con fotografía de Haskell Wexler, a quien la academia le concedió su primer óscar por esta película. Wexler volvería a ganarlo después con Matewan (1987) del maestro de cine independiente John Sayles, la cual trata temas similares al este del país norteamericano. Wexler antes había dirigido el imprescindible documental ficticio (no confundir con documental falso) Medium Cool (1969), obra maestra del cinema verité, que anteriormente trató con las desigualdades de afroamericanos en Chicago. Y allí no se acaba el curriculum: Wexler también fotografió In the Heat of the Night (1967), la primera en ganar merecidamente óscar de mejor película con un protagonista negro, que al igual que Medium Cool lidia con los problemas raciales del país, por lo tanto me atrevo a decir que este fue el fotógrafo por excelencia del cine crítico-político del Hollywood moderno como ya lo habían sido antes William Wellman, Dorothy Arzner y Anthony Mann. 

Hal Ashby no se queda atrás con su crítica. Y curiosamente, Ashby trabajó como el editor en In the Heat of the Night con la cual ganó él mismo un óscar. Aunque más idiosincrásico en estética narrativa y extravagancia de personajes, al igual que Robert Altman (ejemplos claros: M*A*S*H (1970), McCabe and Mrs. Miller (1971), Nashville (1975), The Player (1992)) y Paul Mazursky (ejemplos claros: Bob & Carol & Ted & Alice (1969), Alex in Wonderland (1970), An Unmarried Woman (1978), Down and Out in Beverly Hills (1986)), Ashby siempre fue dotado para resaltar aspectos gravemente en necesidad de examen de su propio tiempo y sistema (ejemplos claros: The Landlord (1970), The Last Detail (1973), Being There (1979), y la misma Bound for Glory). Éstos directores rara vez se quedaron callados para criticar la pobreza, la situación injusta de la mujer, la absurdidad del gobierno, el racismo y la infelicidad de las clases altas de forma a veces tragicómica y casi siempre excéntrica. 

Los cuatro años de la vida de Woody Guthrie que cubre Bound for Glory, aunque altamente ficticios, son contados con una ambición tan seria que se puede sentir lenta y larga a ratos. La película no es necesariamente una pieza de acción ni de comedia aunque tenga una pizca de las dos. La acción ocurre ejemplarmente en una escena a bordo de un tren y la comedia es principalmente entregada de parte de los comentarios inteligentes del trovador protagonista y algunos personajes caricaturescos que se encuentra en su aventura. David Carradine por su parte subsume el papel de Guthrie completamente. El actor tuvo también una vida llena de aventuras y altibajos como se retrata en su biografía “Endless Highway”, a la cual Quentin Tarantino, quien lo dirigió en el papel de Bill en la saga Kill Bill (2003, 2004), se ha referido como un libro “dickensiano.”

El hecho de que el músico tenga que lidiar con enemigos que no lo dejan liberarse, pone su vida del lado de la tragedia. Pero sus amigos del campo y hasta una mujer rica en un papel muy interesante interpretado por Gail Strickland le agradecen siempre al voraz artista y le dan oportunidades, algunos con ideas de progreso, otros simplemente como amigos que le echan la mano o lo escuchan con amor. ¿Cumplió Guthrie con su misión de un mejor mundo? Claro que sí: inspiró movimientos políticos y a artistas como Bruce Springsteen y Pete Seeger. En algún lado se le ha referido como el Walt Whitman del siglo XX y en otros como el James Joyce de la clase trabajadora. No menos importante: fue mentor de Bob Dylan. ¡Que la unión del mundo y el arte sigan dándonos frutos libres como los de Hal Ashby y Woody Guthrie!